Después de lo de
ayer, he decidido que necesito una calibración emocional UR-GEN-TE.
Salir a correr a
la playa siempre tiene su recompensa. En este caso, un huevo de tiburón y una
bonita flor.
Después de estar
todo el día cuidando ambos regalitos para que no se estropearan, me los olvidé
en un muro a la hora de marchar. Aún recuerdo la última mirada que les hice
como si me estuviera despidiendo. Era consciente que los iba a perder si los
dejaba ahí mientras abría el coche y tiraba la basura. Porque “LAS COSAS HAY
QUE HACERLAS AL MOMENTO !!!”. Si yo pensé: uy, mejor mételos ya en el
coche que te los vas a dejar…por qué diantres no lo hice!
Bueno, ya está,
ya ha pasado, pero me afectó mucho, casi lloro, no por el abandono, bueno, también, pero más por el
hecho de que los pensamientos se pisaron unos a otros y se borraron en un
instante.
Bueno, pero no me
quiero desviar del tema: el apego.
Qué voy a decir
yo, una niña que le daba una patada a una pieRda y ya tenía que seguir dándole
pataditas hasta que llegaba al colegio y, como no, acababa guardándomela en el
bolsillo. Es que ya le había cogido cariño…
Hablando de algo
más actual, el otro día salió un caracol de la lechuga que había comprado. Lo dejé encima de una hojita en una mesa y al
día siguiente lo había perdido.
Al cabo de dos
días mi chico me envía esta foto:
En la cortina! Qué panzá de
reir!!!
Y como quería
darle libertad, pero aquí no hay muxo verde en la calle, pues me lo llevé a mi
trabajo que hay un bosque majísimo y verdísimo por el cual hoy han pasado el
cortacésped….sí, Turbo ha muerto.
Pues así con
todo, apego a mi casa, apego a mis cositas que voy recogiendo por el mundo, apego
a mis patitos de goma de la ducha, apego a mi botella de la bici, apego a los
muñequitos de plastilina que mi sobri ha hecho…y qué decir del apego a la familia,
apego a Bicho Bola, apego a mis amigos, apego a mis pies y por contra, desapego
a mi cabeza…siento que dentro de poco ya no formará parte de mí…