lunes, 7 de noviembre de 2011

THE END

Estábamos reunidos en casa de mis paRdes, sentados en el comedor, cuando sentí la presencia de alguien dos puertas más allá.
-Lo siento, tengo que irme. No os preocupéis por mí, estaré bien.
Atravesé la cocina y salté por la ventana de la galería. Séptimo piso.
Casi me estrello contra el suelo, hace tiempo que no vuelo y me ha costado controlar el arranque. Como no conseguía enlairarme todo lo alto que yo quería, he optado por hacerme pequeña y huir apartando el césped mojado por la lluvia sin que me vieran.
Después de un buen rato, he visto a mi maRde conduciendo un coche rojo y he saltado hasta el techo.
-Hola mama- le he dicho asomando la cabeza, ya de un tamaño normal, por la ventanilla.
-Cosquillas, cosquillas!!!- me decía riendo y sacando el brazo buscando mi punto débil.
-Mama por favor! Cuando consigan atraparme y me maten no te hará tanta gracia! Nos vemos a la hora de comer. Un beso!
Y volé, esta vez bien alto. Seguí por la rambla y como no, allí estaba mi paRde paseando.
-Hola niña
-Hola papa, me quedo solo un ratito, ya sabes que me están persiguiendo y pueden aparecer en cualquier momento.
-Ven, que aquí no te verán.
Bajamos unas escaleras que había en la acera y entramos en una especie de mercadillo subterráneo, oscuro, con las tiendas amontonadas unas con otras. Y cada dos pasos encontrábamos unas bolsitas con un texto dentro y monedas.
-Niña, echa aquí, éste es para ti – me dijo mientras echaba unas monedas en varias bolsitas.
En la que me dijo el título del texto era “colesterol”. Por lo visto era algo para mejorar lo que quisieras sólo con echar unas moneditas.
Me fui, supongo que seguí volando y corriendo hasta que llegó la hora de comer.
Parece ser que habíamos quedado en un restaurante.
Nos encontramos en la puerta y pasamos al comedor. Una vez dentro alguien me dijo al oído:
-Están aquí!
-Mierda!
Tuve que subir una gran persiana y abrir la ventana corredera que pesaba la vida entera.
Me quedé en la repisa para comprobar la altura, vaya tontería, si sé volar, pero en ese momento estaba bloqueada.
Entonces vi que debajo había una terraza y podía descolgarme fácilmente sin peligro.
Caí y salí corriendo.
El paisaje me era familiar. Un suelo medio arenoso, con pinos a los lados. “Directa al mar”.
Mientras corría con todas mis fuerzas, aparecían personas que corrían en la misma dirección, que salían entre los pinos. No eran personas normales. Un chico con una joroba preciosa, una chica con pico de pájaro y plumas en sus brazos....todos ellos eran puro color y de una extraordinaria belleza. En este momento fue cuando me inundó una sensación de bienestar y de paz absoluta.
Todos íbamos al mismo sitio. La huida se había acabado. Nuestro camino era la libertad. Y en el mismo sueño me hablaba a mí misma:
“Es así, es así como acaba! Tantos años soñando que me perseguían...y por fin ha llegado el final”

2 comentarios:

Microalgo dijo...

Huy, esos tripis.

Hay un libro de Ray Bradbury que se llama "De las cenizas volverás", que lo mismo le gustaría. Está llenito de una prosa tan onírica y fantasmal que casi es poética.

Niña Extrarradio dijo...

yo creo que fueron los kikos kikos kikos, que buenos que ricos!!
esque está ahí, en el sofá, esperándome, sentadita, esa bolsa negra tan reluciente...no me puedo resistir!
Gracias por el libro.