Volvía a casa y topé con una brillante nube de gas blanca.
“Otra vez algún capullo ha estado jugando con el extintor”
Rodeé el edificio para evitarla. Pero al girar la esquina, me encontré con otra. La atravesé y frente a mi, vi a una mujer desplomarse.
Salí corriendo, alejándome de allí. Un chico arrastraba a su hijo que no corría lo suficientemente rápido y acabó cogiéndolo en brazos. Otros, tropezaban con los ancianos que se quedaban por el camino.
Cuando al fin conseguí alejarme del barrio, llamé a mi padre al móvil. Escuché unas vías de tren y pensé que ya sabía lo que estaba pasando y que ya se estaba marchando de allí. Pero no.
-Voy en el metro, qué quieres?.
-Papa, tienes que irte de aquí! Yo estoy entre la gasolinera y las fábricas.
-Pero qué gasolinera? la de...
-Da igual! Tengo poca bateria joder! Vete lejos!- le grité desesperada. En este momento sentí una gran angustia. “ A lo mejor ésta es la última vez en la vida que hablo con mi padre.... y le estoy gritando...”. Qué dolor...
Miré hacia la nube y vi como el viento la disipaba.
-Menos mal que hace un poquillo de viento, así se dispersa un poco, no?
Le hablé al grupo de mujeres con el que estaba en una acera esperando a ver que pasaba.
Lo dije como el que está esperando el autobús y la suelta por cortesía, para tener conversación. La situación era totalmente extrema y no entiendo el por qué de esa tranquilidad.
Por nuestro lado, pasaban las motos y los coches impidiéndose el paso unos a otros, provocando accidentes, todos intentando huir de la ciudad...reinaba el caos.
Decidí volver a correr porque el gas había avanzado.
Entré en un edificio a oscuras.
Al poco tiempo, el gas apareció por debajo de la puerta. Subí la persiana con las pocas fuerzas que me quedaban y no podía salir, me quedé bloqueada mentalmente, me faltaba apartar la cortina y no entendía el por qué no podía salir.
Conseguí saltar por la ventana y salir al balcón. Allí me encontré una niña con uniforme escolar. Polo blanco y falda azul marino. Nos miramos y supe al momento que era de los malos. La agarré por el brazo, la hice girar un par de veces en el aire a lo Bud Spencer antes de lanzarla con todas mis fuerzas al vacío. “No quiero, pero tengo que asomarme para asegurarme que está muerta”. Y mi sorpresa fue que el cuerpo no estaba.
La niña apareció en otro balcón. Justo cuando la vi, alguien estaba esperando tras de mi.
Un hombre, el jefe, con una sonrisa de “ya veo que te has dado cuenta que somos seres superiores y que nuestro objetivo es acabar con toda la especie humana”.
Sólo pude bajar la cabeza y rendirme.
jueves, 1 de marzo de 2012
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3 comentarios:
Muhf.
Más vale que se despierte.
O que deje dever los telediarios.
Con mucho menos que eso, Saramago te escribe un par de novelas...
kk
Sisi, tengo un pequeño repertorio de sueños piquerísticos.
Ay, echaba de menos tus comentarios KK. Muchas gracias.
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