viernes, 22 de junio de 2012

Pulgarcitos y les formigues

No hablaba todavía cuando tuvo su primer contacto con ellas.
Si el terreno era llano, la sombra de su pulgar caía sobre su víctima
sin escapatoria alguna.
Pero si el terreno era arenoso o piedroso, su táctica era enterrarlas
vivas y sorprenderse como la primera vez, al ver que resurgían entre
los minúsculos poros que quedaban libres para escapar.
Volvía a reponer las pieRdas y les formigues volvían a reaparecer entre ellas.
Así podía estar hasta el infinito y más allá.

Más tarde, cuando las veía en el comedor de casa, corria a por la
escoba para barrerlas, como había visto hacerlo a mi maRde.

Ahora, habla con ellas.
-Holaaa formigaaaaaa!!!
Seguimos el camino que forman hasta que desaparecen en una grieta.
-Ohhh, es la casa de les formigues!!-dice.
No se pisan, no se Pulgarizan y siempre se saluda.
Esa es su actual ley.

Algún día le contaré que los niños de mi clase se las comían...

1 comentario:

Microalgo dijo...

Adictos al ácido fórmico... qué cosas.