martes, 14 de junio de 2011

UNA FUERZA SUPERIOR

7 de la tarde.
Estoy desperezándome de la siesta después de una copiosa comida.
He quedado para ver tocar unos amigos del barrio pero mi cabeza no deja de disparar mensajes de persuasión a mi conciencia para hacerse sentir culpable si voy.
Después de 3 días de un intento por mejorar mi salud rodillal, corazonal y visceral, esto lo estropearía todo.
Mientras mi cabeza seguía ordenando, mi cuerpo ya había lanzado el pijama al sillón y se estaba cordando las bambas.
Aún en la calle, mi cabeza repetía insaciablemente “no vayas, no vayas, no vayas”.
Pero mi cuerpo ya tenía un pie dentro del taxi, como una reina.
Una vez allí, mis ojos no podían creer lo que veían. Hace dos años que no veía a una persona por motivos de salud, y allí estaba, rodeado por sus amigos de siempre.
Esta mañana, mi cuerpo lloraba ese encuentro.
Y mi cabeza avergonzada, guardaba un respetuoso silencio.
Cada día estoy más convencida de que mi cabeza no pinta nada.
Y que un día mi cuerpo será el único dueño.

1 comentario:

Microalgo dijo...

A vivir, que son dos días.

Bueno, tal vez en su caso sea solo uno...