Esta noche, estaba con mi padre en un supermercado.
De repente cerraron todas las entradas y salidas de los almacenes.
Nos llevaron a todos al centro.
Sentados.
Bien juntos.
Y cada uno de nosotros llevaba atada en diferentes partes del cuerpo, un explosivo de pequeño tamaño.
Mi padre, lo llevaba en el tobillo.
No podía dejar de mirarle el pie.
Él, lo intentaba alejar de mí todo lo posible para que no me hiciera daño. Pero era inútil. Todos íbamos a morir.
Entonces, el terrorista sentado frente a nosotros nos preguntó:
-Queréis que explote o no?
La gente sollozaba, negaba con la cabeza, pero todo bastante controlado.
Supongo que había un trato, querían conseguir algo que negociando no consiguieron.
No sé en qué momento, instalaron una haima con nosotros dentro.
Y entonces, nos liberaron.
Entraron policías árabes con uniformes marrones y cargados con metralletas.
Salimos de allí.
Yo y mi padre a mi lado.
Y al sentir el aire de la calle, exploté en lágrimas.
De sentir la vida, estaba viva.
Fue un sentimiento desbordante.
Creo que nunca en mi vida había llorado tanto....ni en cantidad y ni en tiempo.
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