La crisis de la que hablo es aquella que sucede cuando sientes que no sabes qué te pasa pero no dejas de necesitar un CAMBIO a gritos. Mi cruz es decidir cuál.
Veamos las posibles fases:
Hay quien le da por cambiar de leche. Podemos distinguir dos tipos:
-Los que se pasan a la soja y no llegan a comprar un segundo cartón.
-Los que se pasan a la mala leche. Se la pasan arrancando cabezas y suele curarse con un buen polvo y nada de all bran.
Hay quien le da por irse de fiesta y pillar las peores tajas de su vida. Justo después le entra el remordimiento de conciencia y se pone como una salvaje a hacer deporte, para sudar tooodo el alcohol y para recuperar ese tipito que habías perdido.
El siguiente paso, después del tornado, es poner orden. Y qué mejor que el armario de ropa para empezar. Siempre está bien llamar a alguna amiga para que se aproveche de tu desgracia y además podrás seguir viendo esa minifalda tan chic que tanto te gusta y que tanta penita te da deshacerte de ella.
Y ya puestos, con tiempo, que inexplicablemente has sacado de debajo de las piedras, nos ponemos a darle al trapo, que falta le hacía. Que estaban a punto de trasladar el Mini Hollywood del desierto de Tavernas a la casa con tanta pelusilla rodante.
Una de las tácticas infalibles y de las más utilizadas es "ir de compras": ropa, complementos y acumuladores de polvo, son los objetos de manejo imposible y de uso limitado a los momentos de crisis, por ejemplo "unos patines". Cuánta gente conocéis que tenga patines y no se los haya comprado en un "momento crisis"??.
Un taller de baile, cocina, guitarra u otra actividad caprichosa también ayuda.
Y por último, la mejor táctica, la más efectiva: tijeretazo. Sísíssss, la peluquería y un “hazme lo que quieras”, haciendo caso omiso a consejos como: qué quieres? un chocho en la frente?. Entramos aparentemente seguras pero realmente vulnerables y salimos comiéndonos el mundo. Cuando llegas a casa vuelves a llorar y reírte a la vez por la tontería que acabas de hacer. Pero al fin y al cabo es un cambio y visible. A la gente le gustas o no, pero tú ya te sientes muuucho mejor, ya sea por la valentía o por reírte de ti misma.
Después de todas estas fases: casa limpia, tipito y nuevo look: Quién dice que las crisis no son buenas?

Mi caso no tiene nada que ver, fui atacada por mi propia mano cómplice de mi tijera de baño.
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