lunes, 14 de septiembre de 2009

CRISIS

Tranquilidad, no voy a hablar de lo que ya estamos más que hartos de escuchar por los medios de comunicación, además, desde cuando hablo yo de cosas serias?
La crisis de la que hablo es aquella que sucede cuando sientes que no sabes qué te pasa pero no dejas de necesitar un CAMBIO a gritos. Mi cruz es decidir cuál.
Veamos las posibles fases:
Hay quien le da por cambiar de leche. Podemos distinguir dos tipos:
-Los que se pasan a la soja y no llegan a comprar un segundo cartón.
-Los que se pasan a la mala leche. Se la pasan arrancando cabezas y suele curarse con un buen polvo y nada de all bran.
Hay quien le da por irse de fiesta y pillar las peores tajas de su vida. Justo después le entra el remordimiento de conciencia y se pone como una salvaje a hacer deporte, para sudar tooodo el alcohol y para recuperar ese tipito que habías perdido.
El siguiente paso, después del tornado, es poner orden. Y qué mejor que el armario de ropa para empezar. Siempre está bien llamar a alguna amiga para que se aproveche de tu desgracia y además podrás seguir viendo esa minifalda tan chic que tanto te gusta y que tanta penita te da deshacerte de ella.
Y ya puestos, con tiempo, que inexplicablemente has sacado de debajo de las piedras, nos ponemos a darle al trapo, que falta le hacía. Que estaban a punto de trasladar el Mini Hollywood del desierto de Tavernas a la casa con tanta pelusilla rodante.
Una de las tácticas infalibles y de las más utilizadas es "ir de compras": ropa, complementos y acumuladores de polvo, son los objetos de manejo imposible y de uso limitado a los momentos de crisis, por ejemplo "unos patines". Cuánta gente conocéis que tenga patines y no se los haya comprado en un "momento crisis"??.
Un taller de baile, cocina, guitarra u otra actividad caprichosa también ayuda.
Y por último, la mejor táctica, la más efectiva: tijeretazo. Sísíssss, la peluquería y un “hazme lo que quieras”, haciendo caso omiso a consejos como: qué quieres? un chocho en la frente?. Entramos aparentemente seguras pero realmente vulnerables y salimos comiéndonos el mundo. Cuando llegas a casa vuelves a llorar y reírte a la vez por la tontería que acabas de hacer. Pero al fin y al cabo es un cambio y visible. A la gente le gustas o no, pero tú ya te sientes muuucho mejor, ya sea por la valentía o por reírte de ti misma.
Después de todas estas fases: casa limpia, tipito y nuevo look: Quién dice que las crisis no son buenas?



Mi caso no tiene nada que ver, fui atacada por mi propia mano cómplice de mi tijera de baño.

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