domingo, 1 de noviembre de 2009

LA APUESTA

-Ya sabéis para qué estamos aquí. Si alguno de vosotros piensa retirarse, ahora es el momento. Sólo el más rápido será el vencedor pero eso no implica ser el único superviviente. Ninguno de vosotros ayudará al contrario, es decir, cada uno actuará sobre sí mismo. No podéis levantaros de la silla. No están permitidas ningún tipo de armas, objetos, nada, sólo disponéis de vuestras manos, uñas y dientes. Debéis seguir el orden establecido, de lo contrario, quedaréis directamente eliminados. Tenéis 1 hora a partir de este momento. Cuando queráis, caballeros, podéis empezar.

Los tres comenzaron a tirar de su lengua hasta que el primero, Jaime, vomitó sangre sobre la alfombra. Enrique, superado por el miedo, no conseguía más que sus manos resbalaran. Andrés, lo descartó como rival y se apresuró a superar la primera fase para poder tener más oportunidades de conseguir la victoria. Pero Jaime ya estaba sujetando con el índice y el pulgar el párpado de su ojo izquierdo. En cuestión de segundos insertó los cinco dedos de la mano contraria y, después de un fallido grito ahogado, se arrancó el ojo en dos, tres y hasta cuatro intentos. Enrique, lloraba, era el único que lloraba y el único que podía gritar, pero ya nadie le podía oír. Sus dos contrincantes ya se habían despegado las orejas del cráneo y se desplomaron de la silla al mismo tiempo.
-Lástima, tenemos un empate ¿seguro que no quieres continuar, Enrique?

No hay comentarios: