lunes, 4 de abril de 2011

Cómo NO SER YO y no morir en el intento

Este fin de semana he asistido a una boda sureña. Una fiesta de disfraces en toda regla.
Donde los hombres se miden por el coche y las mujeres por la altura del tacón. Donde la crisis queda guardada dentro de los bolsos de pedrería.
Después de pasar el scánner, tuve que ponerme el vestido “mas apropiado” de los dos que me llevé.
Pero se me acabó el glamour justo después de la iglesia, cuando desesperadamente busqué una zapatería y me compré unas alpargatas de la “abuela cucaracha”. No hay nada como unas extraplanas finas y seguras, porque yo odio ser mujer en estos momentos.
Otro de los inconvenientes de mi indumentaria era ingeniármelas para que no se me notasen los botones para sintonizar la radio en caso de frío.
Fui a una tienda y me compré unas cacerolas de silicona. Así, tal y como suena. Parecían dos implantes pegados por fuera. Menudas risas con mi prima mientras me las ponía.
Corría el peligro de perderlas por el camino ya que el vestido era bastante anchito.
Me imaginaba por ahí preguntando como el chiste: has visto mis tetas?
Como precaución dejé una nota escrita en ellas:
“Somos unas tetas perdidas. En caso de encontrarnos, después de habernos pisado segundos antes y chutado por equivocación, por favor, NO intente buscar a la persona para devolverlas, eso quiere decir que NO funcionan”

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡Estarías pa verte!!
Lo que no entiendo es lo de la cacerola de silicona.
Creo que no sabría por donde empezar a buscar si necesitara unas de esas. Ca-ce-ro-la-de-si-li-co-na.... Ni idea.
Supongo que en un chino. Pero, ahora, explícale tú al chino qué estás buscando y para qué...
kk