Un día una compañera me dijo que yo era la Reina del laboratorio...de un laboratorio paralelo...
Un laboratorio repleto de neveras blancas que cada día están más juntas, estarán buscando calor?
Donde la sala de balanzas sirve para sopesar el futuro doctoral, los grifos son antisequía y el lavavajillas asesino ha aprendido a deshacerse del cuerpo del delito.
Donde al abrir las puertas de la megaestufa podemos descubrir un inmenso doble bosque: marino en la primera planta, donde algunas salpas aparecen y desaparecen de las paredes espejo dejando alguna hoja de posidonia marcada; y un segundo terrestre, hojarasca que esconde alguna mariquita o escarabajo, poco más.
Justo enfrente de tanta vida, se encuentra el microinfierno: la mufla. Un pequeño horno que se abre con la palanca de una tragaperras de Las Vegas y estéticamente es una sauna, pero en vez de toallitas los potes tapan sus agujeros con papel de aluminio:
-Uy perdón, no sabia que estaba ocupada.
-Cierra, cierra, no ves que ya no cabe nadie más!
Y entre medio de ambos temperamentos encontramos un submarino con tripulación de teflón:
- Preparados para sumergirse? Cerrando escotilla mis queridos tubos!! Que tengan una feliz autoclavación!
Las campanas de gases, qué decir, de vez en cuando les tengo que dar un ALMAX para prevenir.
Saliendo del laboratorio, o almacén de cajas apadrinadas, encontramos el seminario-comedor, el "ARCANOID del sonido". Cada palabra rebota y rebota y vuelve a rebotar, contra la pared, el techo, nuevamente pared, suelo y vuelve a resurgir contra la pared y elevarse hasta el techo...esta secuencia se repite infinitas veces y no se anulan entre ellas sino que se asocian rebotando juntas. Es una tortura para mis oidos y mi digestión.
Al abandonar la sala encontramos la dormiteca, estanterías repletas de libros roncando en silencio y alguno con posibles agujetas, causa de un reciente abrimiento. Algún bostezo que otro se puede escuchar a primera hora de la mañana.
Y si seguimos andando, que sea rápido, para estar el menor tiempo posible ante la cueva de la Bruja Pilaruja un ácaro humano que deambula por mi Reino y que aún no he conseguido anular su efecto con inyecciones de amabilidad, sólo he conseguido borrarla del mapa temporalmente cerrando bien fuerte los ojos cuando noto su presencia.
Casi para finalizar, una estructura rectangular, escultura que mandé hacer en memoria a una antigua máquina de café, nos indica la entrada a la sala de impresoras, faxes, scánneres y ordenadores, que con la luz apagada se convierte en la sala de control de una nave espacial.
Por último nos encontramos el pasillo de los profesores. A veces se presenta en versión rampa con bola gigante de humor amarillo. Quieres avanzar y esconderte para que las bolas no te avasallen, pero de las puertas sale un marcianito que te empuja. La otra versión es la de un pasillo lleno de rayos IR, flechas que se disparan de una banda a otra, donde puede abrirse un agujero en el suelo en cualquier momento y caer a la piscina de cocodrilos o a la habitación de serpientes. Si consigues llegar al final, sólo te quedará atravesar FORMOLandia y podrás acceder al rincón más puro y ecológico del departamento, la terraza, para poder fumarte un piti contemplando el Camp Nou o imaginando EL MAR tras aquella gran nube multicolor...
jueves, 19 de marzo de 2009
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