lunes, 26 de julio de 2010

UN FANTASMA ME ACOMPAÑA A LA MONTAÑA

Vamos dos coches, en uno de ellos, mi padre y yo solos. Son más de 300km y 20ºC menos pero seguro que valdrá la pena. La Vall d'Aran siempre vale la pena y es difícil d’oblidar.
Me giro a coger el mapa del asiento de atrás y allí está, blanco y a la vez tan verde como siempre. Al momento le abro la ventanilla para que no se maree. Para amenizarle el viaje, pongo el cd de "katare" y veo por el espejo retrovisor que sonríe. Pero cuando paramos a hacer unas compras se esfuma. Aprovecho para recomponerme del susto.
Llegamos a nuestro destino. Cargamos mochilas que la montaña nos espera.
Comenzamos a andar y allí vuelve a estar, en cabeza, casi siempre por delante de todos. Sólo se para para mirarme, esperarme y avanzar de nuevo. Sigo siendo tan lenta como siempre y más si tengo que ir salvando escarabajos que han volcado por el camino. Me agacho para recoger una rama firme que me sirva de apoyo y al levantar la mirada, ya no está, lo veo escalando en una piedra gigante a lo lejos. No me preocupo, los fantasmas no se caen ni se hacen daño, no? Simplemente le hago una foto, una detrás de otra y me acabo enamorando.

Seguimos el río hasta un punto que debemos cruzarlo. Toda la expedición se descalza y sin dudar se adentran en el helado, congelado, antártico y polar río. Incluso él me hace un gesto de "ven" con la mano. Pero también sigo siendo la misma cobarde de siempre y prefiero dar la vuelta y convencer a mi padre. Sobretodo después de ver como la bamba de una compañera era arrastrada por la corriente. Decidimos regresar a casa a por otro calzado y por el camino encontramos la bamba gritando "no me abandones!" sujetada a una pieRda.
Retomamos la excursión.
Aparece la primera cascada y decidimos almorzar.
Unos siguen avanzando hasta la siguiente pero mi padre y yo nos retiramos.
De regreso puedo casi sentir como camina a mi lado y roza mis dedos con su mano. Pero infelizmente sólo era una ráfaga de viento.

Ya es de noche y quedamos todos para cenar en una pizzería de Vielha para reencontrarnos con una vieja amiga. Al salir, metí las manos en los bolsillos para protegerlas del frío y allí encontré un papelito: crepería “CA LA PEPA”, increíble.....después de un año.
Más tarde cogimos los coches dirección LLESP, para ver las fallas. Im-presionante!!! 70 personas bajando en fila desde una montaña hasta la plaza del pueblo, cargando un tronco encendido. Eso sí, con un despliegue bomberil bastante importante. Cuando llegaban, pasaban corriendo y la gente los animaban como en el Tour. Creo que al fantasma le habría encantado, ni siquiera sé si estaba por allí porque me olvidé de él.


Por fin a la cama. Mi padre entra en su saco y yo me quedo en el filo de la cama sentada junto a mi fantasma verde, que no deja de mirarme. Le doy las buenas noches y a los dos segundos el saco me abraza, y me fundiría en dulces sueños...

Día siguiente, de vuelta a la sudorosa ciudad y el fantasma ya no existe.

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