jueves, 10 de febrero de 2011

DE NIÑA A NIÑA

8 de la mañana, bus de siempre.
Me siento al fondo, al lado de una niña.
Le sonrío y abro mi libro para leer.
De pronto algo interrumpe mi visión. Había alargado su brazo para poner delante de mis ojos su chanante reloj. Un reloj de "Mars Attack"
Entonces, como cualquier otra niña habría hecho, le enseño mi broche del monstruo de las galletas.
Pero vuelvo a mirar su reloj muy impresionada por su preciada posesión y así restar importancia a la mía.
Entonces ella me pregunta:
-Cómo te llamas?
-Angeles, y tú?
-Tánia.
-Cómo?- dije acercando mi oreja porque hablaba muy bajito.
-Taaaaania- me dijo susurrando.
-Ah. Cuántos años tienes?
Y me indica con su mano 4 deditos.
Yo, los cuento detenidamente, en voz alta y con lentitud, y pregunto como si no supiese contar: 4?
Ella afirma con su cabeza.
-Y tú?
-Yo tengo éstos más éstos más éstos- indiqué abriendo y cerrando mis 2 manos 3 veces.
Por su cara deduzco que le he asustado. Seguiré leyendo…
En menos de 10 segundos, noto un tic-tic de su dedito índice en mi hombro. La miré y tenía los labios presionados y saliendo de ellos un chicle aplastado.
-Uuuy, qué lengua más rara tienes!!!
-Jajaja, noooo, es un chiiiiicle.
-Ah, que susto! Y ese chicle, es de fresa?
Niega con su cabeza.
-De plátano?
Niega con su cabeza.
-Ah, debe ser de zanahoria, porque es de color naranja.
Niega con su cabeza.
Parece divertirse.
-Es de tarooonja.
-Vaya.
Se me acerca a la oreja y me susurra: los conejos comen zanahorias.
-Ah, siii?
Hago un intento de leer pero no puedo evitar hablar con ella.
-Mira mira, cuando subamos esa cuesta, mira el bloque de allí, dentro hay una piscina y hay gente nadando.
La niña pegó sus manos y su nariz al cristal y luego me miró como agradecida de no haberle mentido.
-Y mira, cuando pasemos esa redoooonda, veremos los camiones de bomberos, que apagan fuegos.
-Me voy al colegio....
En esto que cierra los ojos y aaaabre la boca.
-AAAaaachiiiiiSSSSSS!!!
Por suerte reaccioné a tiempo de protegerme con la bolsa que llevaba. Me dejó un pegajoso recuerdo y se alejó del bus tan alegremente.

Como planteaba el Señor G: qué pensaríamos si un adulto hiciese lo mismo? Es más, qué pasaría si yo, sin decir ni pío, le enseño a un desconocido mi reloj?



VIDEO: Reloj de 7 euros comprado en los puestecicos navideños de la Florida.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Quizás caería fulminado por un ataque de epilepsia...

Kim Attacks dijo...

Yo creo que vale la pena probarlo, al menos como un experimento...